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de su dolor Radio Radio y de las míseras monedas de sus jornales. En mi mente y mi voluntad muchas Radio Radio cosas Radio Radio se combinaban para alcanzar una sola: Un millón de dólares. No tengo costumbre de hablar con ancianos ricos. A decir verdad, señor, no estoy acostumbrado Radio Radio a hablar absolutamente con nadie. Hace días, cuando la goleta me recogió, llevaba un año sin hablar con nadie. Mi barco naufragó en una tormenta Radio Radio y fui el único tripulante arrojado a una playa. No hace más de tres semanas Radio Radio que paseaba por la playa desierta. Esto será un gran cambio para ti. Sí, esta casa es muy diferente a mi isla. Enseguida me acostumbraré a hablar Radio Radio como lo hacía antes. No soy tan tonto como cree. Ahora, mi joven amigo, te contaré para qué te he traído. Lo sé. Sé lo que va a decirme, señor. Lo he oído palabra por palabra. Es duro estar tan viejo y seco como usted. Yo sabré muy bien lo que he de hacer. Es muy joven, ¿no? ¿El marinero? ¡Oh, sí! Mr. Clay está muy contento de su pesca Radio en el puerto de Macao. Es muy probable que no pueda pescarse allí Radio Radio otro pez como ése. Si se queda hasta el amanecer Radio Radio descubrirá la verdad de mi rostro: ¡Su vejez! Mr. Clay y el marinero se están preparando Radio ¡Ajado, pintado, empolvado! Se entretienen charlando, igual que se prepara usted para representar su papel, el de heroína en la historia de Mr. Clay. ¿Sí? Su historia va tomando forma Radio Pero usted me dijo que de una manera o de otra, sería el fin de Mr. Clay. Nadie en el mundo puede tomar una historia Radio inventada por la gente y darle vida real. ¿Cree que morirá esta noche Radio Radio de maldad? Una suma de números Radio Radio se empieza por la derecha y luego vamos a la izquierda. Pero si a un hombre se le metiera en la cabeza Radio Radio sumar al contrario, de izquierda a derecha, ¿qué lograría? Los cálculos estarían equivocados, miss Virginie. Sus libros de contabilidad carecerían de valor. La suma de Mr. Clay estará equivocada. Carecerá de valor. Mire estas conchas Radio Cada mañana las recogía en la playa. Me las llevaré a Dinamarca. Es lo único que me llevaré a mi país. Algunas son hermosas, hasta raras Radio ¿En qué pensabas por las noches? En un pequeño bote. Un bote fuerte y marinero. No tenía que ser necesariamente muy grande. Cuando me encontré con usted, y me preguntó Radio Radio si quería ganar guineas, vine para poder tenerlo. ¿No pensabas en mujeres? Sí. En los barcos que navegué la gente hablaba de sus amores. Lo sé. Sé muy bien para qué me paga esta noche. Soy como cualquier marinero. No tendrá queja de mí, señor. Y su esposa, que me aguarda, tampoco tendrá motivo de queja. De todos modos, también puedo volver a mi barco, y usted, señor, buscará otro marinero para esta labor. No, no quiero que regreses a tu barco. Fuiste arrojado a una isla desierta, no has hablado con un ser humano en un año. Me gusta pensar en ello. No buscaré a otro para esta labor. ¿Y tu bote? Muchas gracias por la cena y el vino. ¡El bote que quieres comprar! Buenas noches, caballero. ¿Cómo vas a comprarlo si me devuelves Radio Radio esa moneda de guineas y te marchas? Ese bote nunca se construirá. Nunca llegará a navegar. Este era el dormitorio de mi padre. Los domingos por la mañana me dejaba jugar aquí. ¡Tan lejos que me parecía mi padre, y esta noche ha vuelto a mi lado! He entrado en esta mansión con su consentimiento. La última vez que me miré en este espejo, era una niña. Le pedía que me dijera cómo sería en el futuro. Bien Radio Creo que por primera vez en su vida, Mr. Clay Radio Radio quedará impresionado por la belleza de una mujer. ¡No debe mirarme! ¿Cómo evitarlo? ¡No puedo mirarle! Ha llegado ese momento en la historia. Pronto estará aquí. ¡No! ¡No puedo! ¡Déjeme marcharme! ¡Por favor, déjeme irme! Se le ha pagado, miss Virginie. ¡Mr. Levinsky! Mi padre, el último día de su vida, una hora o así antes de suicidarse, me llamó. Toda nuestra desgracia empezó en el momento Radio Radio en que puso sus ojos por primera vez en Mr. Clay. Por eso me hizo jurar solemnemente Radio Radio que nunca, en ningún lugar, ni bajo ninguna circunstancia, volvería a mirar esa cara. No tendrá que mirarle. Los ojos bajos de la heroína de la historia Radio Radio serán testimonio de su modestia. ¿Quién sabe? Puede que el profeta Isaías ponga su mano Radio Radio sobre la cabeza de Mr. Clay Radio Radio y le convierta en un niño. Quizás esté empezando a jugar con su historia. Yo también puedo hacerlo. ¿Cómo sabe que no prenderé fuego a esta casa por la mañana, antes de abandonarla otra vez, y abrasaré a su amo? Sólo sé esto: He trabajado para él años y ahora perderé mi empleo. ¿Tan seguro está de que esta comedia Radio Radio le acarreará su fin? Yo también lo creo. Era enemigo mortal de mi padre, y esta noche tendrá su juicio final. Mi humillación, mi desgracia, proporcionarán el testimonio decisivo contra él. Es la muchacha más hermosa del mundo. ¿Qué edad tiene? ¿Tiene ? Sí. ¡Es tan hermosa la juventud! ¡Sois jóvenes! ¡Los dos sois jóvenes! ¡Tenéis buena salud, no os duelen las articulaciones! ¡Y porque os movéis sin dolor, creéis hacerlo por voluntad propia! ¡Mentira! ¡Os movéis cuando yo lo ordeno! ¡Sois dos títeres jóvenes, fuertes y vigorosos, que maneja mi mano seca! Tengo que confesarle algo. Hasta hoy Radio Radio nunca había dormido con una muchacha. A menudo lo he pensado. Me lo he propuesto muchas veces. Pero jamás lo he hecho. No es mía toda la culpa. He estado ausente mucho tiempo, en un lugar lejano donde no había mujeres. ¿Cómo se llama? Virginie. Virginie Radio ¡Virginie! Cuando estaba en aquella isla, lejos de aquí, Radio imaginaba que conmigo había una muchacha, mía. Yo le traía huevos de pájaros Radio Radio y peces Radio Radio y frutas dulces que crecían allí. Era cariñosa. Por la noche dormíamos juntos en una cueva, iluminada por la luna llena. Pero no se me ocurría un nombre. No recordaba ningún nombre de mujer. ¡Virginie! ¡Virginie! ¡Virginie! ¡Por el amor de Dios, levántate! ¡Hay un terremoto! ¿No sientes el terremoto? No, no es un terremoto. Esta noche Radio
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